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martes, febrero 16, 2010

Vine aquí de nuevo porque todavía vivo. Se me hizo fácil (como aquella rola sumergible de josé alfredo) recordarme escribiendo esto mientras veía en un aparador el libro de Monsivás: Apocalipstick. Qué poco creativo. Yo resulta que soy producto de las drogas y la mala vida, no de la margura homosexual de un priísta exiliado. Nunca me han interesado los partidos. Nunca me ha interesado nada que no sea inyectable, lo saben. Y no, no he podido renacer en Cristo. Mi diosa es la jeringa y la cuchara. Como si fuera un gris a lo lejos pienso en ti, claro. Y en historias sado masoquistas. Pero tú sabes que para mí no hay nada, nada más que sentir tu transcurso que no sé describir. Es como si un enorme desprecio me abrazara hacia abajo y una fiebre de odio me impidiera moverme.

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